domingo, 17 de febrero de 2013

LA CAIDA DEL IMPERIO


EL IMPERIO INCAICO SE DERRUMBÓ POR CADUCO Y VICIADO


La conquista de Quito fue la pérdida del Tahuantinsuyo


El siguiente tema sobre los factores que propiciaron la caída del Imperio Inca ha sido


tomado de un ensayo del insigne maestro, político e historiador Raúl Porras Barrenechea y que ha sido publicado en 1935 y reditado en 1990.


Por su importancia y para mejor entendimiento de nuestros lectores se lo ofrecemos en dos entregas.


La derrota en Cajamarca no se explica simplemente por el arrojo de los españoles ni por el miedo de los indios. Tampoco se explica por los factores sobrehumanos alegados por ambas partes: ni el milagro del apóstol Santiago ayudando con su espada formidable a los españoles, ni la profecía de Huayna Cápac que habla Garcilaso sobre la próxima terminación del imperio y venida de unos hombres blancos y barbudos, a los que debían obedecer. Aunque estas alucinaciones tuvieron poder sobre el ánimo de ambos pueblos contendientes, no fueron las fuerzas determinantes.Tampoco fueron los elementos materiales: las armas y los caballos de los españoles. Es cierto que infundían espanto los arcabuces y las cargas de caballería, pero la superioridad de armas españolas estaba compensada en la enorme superioridad numérica de los indios y el espanto primitivo causado por los caballos desapareció pronto. Los indios trataban de evitar a éstos eludiendo los llanos, combatiendo en las breñas, abriendo hoyos en los campos para que se despernancaran los equinos. En el sitio de Cusco varios indios se cogían de las colas de los caballos, impidiéndoles caminar. En la campaña de Benalcázar contra Rumiñahui las cabezas de los caballos muertos eran colocadas en estacas coronadas de flores.


La decadencia


En realidad, el Imperio Incaico empezaba a derrumbarse solo. Era un organismo caduco y viciado, que tenía en su enormidad territorial el más activo germen de disolución. La grandeza del imperio estaba ligada esencialmente a la existencia al frente de él de grandes espíritus guerreros y conquistadores como los de los últimos Incas, Pachacútec y Túpac Yupanqui, y, sobre todo, a la conservación de una casta militar, sobria y virtuosa como la de los orejones. Con Huayna Cápac se inició la decadencia. Huayna Cápac era aún un gran conquistador como su padre y abuelo, pero en él se presentan y se afirman ya los síntomas de una corrupción. Las victorias incaicas son más difíciles y lentas, no se siente ya el ímpetu irresistible de las legiones quechuas. La conquista de Quito es la pérdida del Tahuantinsuyo. Las tribus se rebelan apenas sometidas y escarmientan a los vencedores. Los orejones, la invencible y austera casta de los anteriores reinados, educada en la abstinencia, la privación y el trabajo, había perdido su vigor. Ya no comían maíz crudo ni viandas sin sal, no se abstenían de mujer durante los ejercicios preparatorios de su carrera militar, ni realizaban trabajos de mano, ni eran los primeros en el salto y la carrera. De las clásicas ceremonias instituidas por Túpac Yupanqui para discernir el título de orejón solo conservaban el amor a la chicha. Mientras más beber, más señor es, llegó a decirse. Los Pastos les sorprenden y les diezman, después de una victoria, porque según cuenta Sarmiento, estaban «comiendo y bebiendo a discreción».


El odio de los pueblos vencidos


Los cayambis, un pueblo rudo y desconocido, resisten al ejército incaico y hacen huir por primera vez a los orejones, dejando en el campo indefenso y en peligro de muerte al inca. Este tiene que usar para someter a los cayambis métodos que contradicen la proverbial humanidad de su raza y las tradiciones pacificadoras del imperio: matanzas de prisioneros, guerra sin cuartel a mujeres y a niños, incendio y saqueo de poblaciones. El vínculo federativo que era el sostén del imperio, no era ya así libre y voluntario o conseguido por la persuasión, sino impuesto por la fuerza. La cohesión incaica estaba desde ese momento amenazada por el odio de los pueblos vencidos y afrentados. Las sublevaciones se suceden y los enormes cambios de poblaciones ordenadas por Huayna Cápac, verdaderos destierros colectivos de grandes masas, no hacen sino aumentar el descontento de vasallos y sometidos.


Bailes y borracheras


Sus conquistas, su valor personal, el respeto supersticioso de sus súbditos, no bastan para ocultar la condición viciosa y decadente del monarca. Reúne aún las condiciones viriles de sus antepasados, pero relajadas por su tendencia invencible al placer, al fausto y a la bebida. Su afán de construir en Tumibamba palacios que superasen a los del Cusco, aparte de revelar su frivolidad suntuaria es, por haber provocado el resentimiento cusqueño, una de las causas de la disolución del imperio. Fiestas y diversiones llenan las últimas etapas de su reinado, transcurrido en la sede sensual y enervadora de Quito. Bailes y borracheras amenizaban el paso del cortejo de Huayna Cápac –formado de aduladores y cortesanos– por todo el Tahuantinsuyo. El inca encabezaba estos desbordes livianos. Era “vicioso de mujeres” dice Cieza, privaban con él los aduladores y lisonjeros y era el primer borracho del reino. “Bebía mucho más que tres indios juntos”, cuenta Pedro Pizarro y cuando le preguntaban cómo no perdía el juicio bebiendo tanto, respondía el viejo Baco vicioso “que bebía por los pobres que él muchos sustentaba”.


Germen fatal


Huayna Cápac era, a pesar de estos vicios, grave, valiente y justiciero. Los indios le querían y le respetaban. “Era muy querido por todos sus vasallos”, detalla Pedro Pizarro y Cieza afirma que “quería ser tan temido que de noche le soñaran los indios”. En sus manos no corría peligro la unidad del imperio. Pero él creó el germen fatal de la disolución: una sede rival del Cusco, en regiones distantes y apenas conquistadas y al crear la causa de la futura división incaica allanó el camino de los españoles. Si la tierra no hubiera estado dividida –dice uno de los primeros conquistadores– o si Huayna Cápac hubiera vivido, “no la pudiéramos entrar ni ganar”.


EL MEN_18-06-2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUE FUENTES CONSULTAS, INDIO Y TE PONES CON LA POSICIÓN DE LOS HISPANISTAS QUE JUSTIFICAN LA CONQUISTA DEL IMPERIO INCAICO, ESE QUE TU DESPRECIAS PERO QUE CONSTRUYÓ EL GRANDIOSO MACHU PICCHU Y CUYA LEY ERA NO SEAS OCIOSO, NO SEAS LADRÓN Y NO SEAS MENTIROSO.