Combate frontal a la minería informal
Con la publicación del Decreto de Urgencia 004-2011 –con el cual entrega temporalmente el control de la minería informal a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional– comenzó una gran ofensiva contra una de las más grandes amenazas que nos aqueja: la destrucción del medio ambiente junto con todos los problemas sociales que la rodea en Madre de Dios.
Las operaciones militares buscan la destrucción de las grandes dragas que socavan el subsuelo de los ríos, y en el frente legal, los dueños de éstas han sido denunciados penalmente a la Procuraduría del Ministerio del Ambiente.
Por años, en diversos gobiernos ha prevalecido el discurso de la pobreza y la carencia de empleos para tolerarlas o lanzar débiles iniciativas para luchar contra la depredación de nuestras riquezas naturales en la selva. El discurso, utilizado muchas veces por grupos políticos oportunistas, es que estos ataques iban en contra de la subsistencia de los pobres mineros.
Como lo ha señalado el ministro del Ambiente, Antonio Brack, ya no prevalece la micro o pequeña minería en estas zonas. No son pequeñas familias que emplean técnicas artesanales de extracción, sino son grandes capitales que se mueven con la fachada de minería informal para obtener jugosas ganancias, además de no pagar impuesto alguno. Una de las dragas cuesta 250 mil dólares o más.
Es que aprovechándose del alto precio del oro en el mercado internacional, grupos de malos empresarios mineros comenzaron a llegar a esta pobre región que requiere mayor presencia del Estado. Se calcula que estas “empresas” obtienen la nada despreciable suma de 850 millones de dólares al año al extraer al menos 16 toneladas de oro. Por lo cual, las mismas autoridades de la pobre y necesitada región dejan de percibir 50 millones por concepto de canon que podría servir para el mismo desarrollo.
Pero, al daño económico, se le añade también el desastre ecológico. Las dragas destruyen el ecosistema del río Madre de Dios y aledaños. Los efectos en las grandes y ricas reservas naturales ya se sienten en la variada flora y fauna. Si no se elimina esta amenaza, la explotación indiscriminada afectará al turismo ecológico que recibe alrededor de 100 mil visitantes anuales para admirar nuestras bellezas naturales. Reportes calculan que ya 450 toneladas de mercurio –el insumo utilizado para sacar el oro– han sido derramados en los ríos de esta región. Los peces han sido contaminados con mercurio y no son aptos para el consumo.
Pero, tal vez, el más perverso de los males sea el efecto social. Se calcula que 60 mil niños son utilizados para la explotación de oro, en condiciones casi de esclavitud. Al mismo tiempo, mujeres y hasta niñas son llevadas de otras zonas y son víctimas de la explotación sexual. En lo que va del año, la Policía ha podido rescatar a 22 de ellas.
Por todos estos motivos, debemos generar un gran consenso social y político para acabar con esta verdadera plaga que amenaza las bases fundamentales de convivencia civilizada y el medio ambiente en nuestro país
EL PERUANO
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