sábado, 30 de junio de 2012

TRES HISTORIAS PARA REFLEXIONAR

El Diario


Un buen Hombre fue asaltado por unos ladrones que le robaron su cartera.
Entonces él escribió lo siguiente en su diario:
“Señor, ayúdame a estar agradecido;
-primero, porque nunca antes he sido robado;
-segundo, porque aunque se llevaron la cartera, no me quitaron la vida;
-tercero, porque aunque se llevaron todo lo que tenía yo, no era mucho;
-y cuarto, porque fui yo quien fue robado y no quien robó.”


HUMILDAD

En un almuerzo presidido por Mark Young, gobernador de Hong Kong, una dama de las más distinguidas se sintió menospreciada al descubrir que estaba sentada al extremo de la mesa, en vez de estar cerca del anfitrión.
Al terminar la comida, se acercó a Mark y le dijo con sequedad: “Según parece, no se cuida usted de dónde se sientan sus invitados.”
“Señora”, replicó el gobernador, “a la gente realmente importante no le interesa el sitio donde se sienta; y sucede a veces que quienes se interesan por el sitio, no son importantes.

EL JEFE

Se dice que cierto jefe de los McGregors, una tribu de Escocia, quien había defendido airosamente la causa del desterrado Estuardo, que cuando avanzaba bajo los estandartes de Carlos Eduardo contra las tropas inglesas en la batalla de Preston Pans, en 1715, fue echado a tierra por dos balas del enemigo.
La tribu McGregor, cuando vio caer a su amado jefe comenzó a vacilar, mas el capitán herido se enderezó inmediatamente apoyándose sobre un codo, y aun cuando la sangre corría de sus heridas exclamó en alta voz:
“¡No estoy muerto, hijos míos! Estoy vigilando a ver si ustedes cumplen con su deber.”

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