domingo, 14 de agosto de 2011

LECTURA PARA REFLEXIONAR

No culpes nunca a nadie

Hay un hermoso poema atribuido a Pablo Neruda, cuyo título es 'No culpes' y dice así:

'No culpes nunca a nadie,
Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
Porque fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tú vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tú siempre has de ganar.
No te amargues de tú propio fracaso ni se lo cargues a otro,
Acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.
No olvides que la causa de tú presente es tú pasado así como la causa de tú futuro será tú presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, …de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y más en tú trabajo, ya que tus problemas sin alimentarlos morirán.
Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos.
Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte, y dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tú mismo eres tú destino.
Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina,
decídete y triunfarás en la vida,
nunca pienses en la suerte,
porque la suerte es tan solo el pretexto de los fracasados.' (Fin del Poema)

Pero..., ¿Por qué hoy, de manera especial me parecen hermosas y aleccionadoras estas palabras? Bueno, no lo sé a ciencia cierta, pero creo que tiene que ver con la edad, pues una vez pasado el umbral de los sesenta, cada paso se vuelve más y más reflexivo, uno ve las cosas con cierta melancolía y sobre todo, aprende a valorar lo que se tiene y añorar lo que se ha ido.

En el mismo orden de ideas, les comento que recientemente, un amigo me envió un e-mail donde comparaba la vida con un viaje en tren. Una comparación extremadamente interesante cuando es bien interpretada. Interesante, porque nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, con algunas subidas y bajadas tristes.

Dice nuestro amigo: '...Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas, que nos harán conocer el viaje hasta el fin: nuestros padres. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajaran para no volver a subir más.

Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje deberá continuar; conoceremos otras interesantes personas durante la larga travesía, entre ellos nuestros hermanos, amigos y amores.

Muchos de ellos solo realizaran un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado, compartiendo alegrías y tristezas. En el tren, también viajaran personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajaran y dejaran recuerdos imborrables. Otros, en cambio, viajaran ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados.

Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos deciden sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separado de ellos. Pero eso no nos impedirá, aunque tal vez con alguna dificultad, acercarnos a ellos.

Lo difícil es aceptar que, a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan. Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren solo realiza un viaje, el de ida. Tratemos, entonces, de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje, alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso.

A nosotros también nos ocurrirá lo mismo; seguramente alguien nos entenderá y ayudará. El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocara descender. Pienso: cuando tenga que bajarme del tren ¿sentiré añoranzas? Mi respuesta es ¡Sí!; consiente que dejar a mis hijos viajando solos será muy triste. Separarme de los amores de mi vida, será doloroso. Pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volvamos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje.” (Fin)

¡Gracias amigos(as) por compartir conmigo esta página reflexiva! Tengan siempre en cuenta de que cada día, debemos vivirlo con cordura y sin necedades, haciendo lo posible por cometer menos errores y obtener más aciertos sin culpar a nadie, pues al final de todo, así es la vida, como un viaje en tren. ¿No lo creen así?

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