UNA HISTORIA REAL EN COAYLLO-CAÑETE

Esta historia que les voy a contar es real, le sucedió a un poblador del distrito de Coayllo (esta historia me narro mi padre Don Patrocinio Vega Napán que fue muy amigo de don Luís, ambas personas Q.E.P.D.)

“Don Luís era un poblador de nuestro distrito, tenía su vivienda en un pequeño fundo de Quelca, como todos, bajaba al poblado de Coayllo a comprar lo necesario para el sustento de su familia y algunas veces se encontraba con amigos y se tomaba sus copitas o tragos hasta embriagarse y así después volver a su casa, pero camino a su vivienda tenía que pasar por el cementerio de la ciudad y a veces a altas horas de la noche, el camino en las noches era desértica y oscura, había algunas viviendas cada cierto trecho, antes del cementerio, vivía don Florentino Peláez, pasando el camposanto más o menos a unos cien metros, estaba la casa de don Pedro Vega y en la curva del “ sapo” vivía don Idelfonso Belleza, y de ahí no había vivienda hasta la casa donde ahora vive el señor Hermogénes Reyna,( unos 500 o 600 metros ) no había más vivienda, por lo tanto ese trecho largo, era solitario y oscuro, y él (Don Luís) se daba valor vociferando palabras muchas eran de grueso calibre (groseras), dentro de las cuales desafiaba al enemigo (el diablo), le llamaba para pedirle que le sacara de la pobreza, en la cual se encontraba, ”preséntate en forma de persona no como animal”, le decía, hasta que en una oportunidad, según cuenta se le presento como todo un caballero, acompañándole en el trayecto hacia su domicilio, entre conversación hicieron un pacto de tres sacos de monedas de oro a cambio de su alma cuando muriera(Don Luis).
Espérame, dentro de dos hora, sestaré en tu casa para entregarte lo convenido le dijo el diablo y se fue, prosiguiendo su marcha don luís, al llegar a su casa fue recibido por su esposa como siempre, le sirvió su comida, después de comer se quedó dormido debido a la borrachera que llevaba encima, al poco rato cuando su esposa, se disponía a dormir sintió que alguien se acercaba con un cargamento que se dejaba oír como a platería al paso de un caballo y al atisbar por un resquicio de la pared que le servía como ventilación, miro a la luz de la luna un hombre que vestía pantalón poncho y sombrero todo blanco montado en un caballo negro azabache con aperos adornados con un metal que brillaba, ¡ lucho!,¡ lucho!, llamaba el desconocido, aquí está tu encargo decía, la señora se asustó ya que nunca había visto a alguien con aquella vestimenta ni un caballo adornado de esa manera además de la voz desconocida y cavernosa comenzó a rezar y a encomendarse a todos los santos conocidos y se cree que con las oraciones espanto al diablo y don luís seguía privado de borracho, a la siguiente borrachera de don luís, lo mismo de siempre, llamaba al diablo, se quejaba de su pobreza, ajos, cebollas y palabrotas, al tropezar con una piedra y caer al suelo con el pie ensangrentado, exclamó ¡ay Dios mío!, despertando como de un profundo sueño, en media quebrada de Quelca y a media noche, solo recordaba que iba con un amigo conversando que desapareció al momento, se cree que era al diablo que se lo estaba llevando en vida”.
Dicen que después de esta, ya no andaba vociferando malas palabras, más bien su caminata lo hacía orando.